Hay historias que en los comienzos de la vida pueden marcarle a uno para siempre. En mi caso son muchas. Una de ellas el Viaje al Centro de la Tierra de Julio Verne. No son pocas las ocasiones en las que he imaginado encontrar entre las páginas de un libro, un papel perdido que marcara el inicio de un viaje de aventura y misterio. Escrito por supuesto en caracteres runicos y del revés, como aquel que encontrara en su día Axel, el sobrino de Otto Lindenbrock.
En estos tiempos es facil encontrar cuevas que te permitan acceder superficialmente al centro de la tierra. Es cierto, ahí están las de Nerja o las de El Soplao. Pero el desencanto de lo artificial, de lo preparado para el turismo, desluce para mi los tesoros que en ellas se pueden mostrar. Y no engañan a mi imaginación.
Tampoco tengo un gran nivel como espeleóloga la verdad, y claro, buscar un equilibrio entre el cinturon blanco y el negro es algo complicado. Pero tengo la suerte, una de esas que te da la vida, de ser de Belorado.
!Que pretenciosa! se puede pensar. Pero aqui, por fortuna tenemos más de lo que podemos creer. Y entre esas cosas que tenemos están las Cuevas de Fuentemolinos. No están precisamente en Belorado, pero ostento un importante sentimiento comarcal.
Si uno consigue superar la claustrofobica entrada a las cuevas, más sinuosa me atrevo a pensar, que aquella del volcán Sneffels en la que Arne Saknussemm marcaba el inicio del viaje de Verne, puede echar a volar su imaginación. Y para superar el momento no hay como ir acompañados por Sergio, de Beloaventura.
La cueva de Fuentemolinos data aproximadamente de hace 35 millones de años y se ha creado, de manera singular en una no habitual masa de conglomerados calcáreos. Dicen que es una de las cuevas más importantes de su categoría a nivel mundial. La sexta en la clasificación.
A lo largo de sus cuatro kilómetros de recorrido, distribuidos en tres alturas, está salpicada de estalactitas, estalagmitas, excéntricas, banderas, columnas y otros elementos geológicos que pueblan este tipo de lugares.
Incluso hay una playa mitológica en el nivel superior, al que sólo son capaces de llegar algunos privilegiados. Justo como en el libro. Seguro que hallí habitan animales fabulosos y todo, y me cabe dudar incluso que si buscaramos bien, habría allí algún resto del Nautilus. Seguro.
La aventura cuesta algo más de 30 €. Diría que 33, por temas de seguros y demás, y es una experiencia como poco emocionante. Al menos para espeleólogos de una vez en la vida.
Lo que falla del paralelismo aqui es que uno sale de la cueva y no está en las estribaciones del Etna, en Estrómboli, sino en Puras de Villafranca, que tiene el encanto de la aldea rural, pero que no es una imagen tan potente como la del volcán con su fumarola de humo al viento.
"arutneva atse riviv anep al ecereM". GV
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