Se dice de Puente San Miguel, la
capital de Reocín, que es la cuna de lo que actualmente conocemos como
Cantabria. Reivindicación esta que los recientes hallazgos arqueológicos
realizados por los Amigos del Románico parecen refrendar.
Aunque para el pueblo llano
Puente San Miguel, es conocido desde el pasado año, por ser la cuna y el lugar
de reposo del banquero Emilio Botín.
Para nosotros es un punto
estratégico en el que hacer una parada técnica de camino a casa volviendo de la
costa. La de avituallamiento.
Si, ya se que quizás lo adecuado
sería parar en Santillana, que está justo al lado, que está todo empedrado, que
tiene una incomparable colegiata, que sólo allí y en Santo domingo de la
Calzada puedes encontrar dos Paradores Nacionales, que tiene un montón de
restaurantes…pero que se ha convertido en un pueblo trampa para turistas.
Así que para escapar del menú al
turista vale la pena avanzar unos km y parar aquí.
La oferta de Puente San Miguel es
bastante amplia, y adecuada para un amplio abanico de precios y gustos.
Encontramos sitio en “The Bridge
Tavern”, y por los pelos, porque no hay más que dos mesas libres incluyendo la
terraza y el área de bar.
Es una taberna inglesa que oferta un menú del día con tres primeros y segundos a elegir, postre y
vino.El Bridge que yo creia originario de la traducciónd el puente inglés no se si lo es tanto, porque en su carteol de entrada el "Bridge" que sale es el de la Torre de Londres.
Mientras esperamos a que nos
atiendan, y estratégicamente colocados enfrente de la barra, nos deleitamos
viendo la increíble oferta de vinos de la que disponen, proyectada sobre una
pantalla.
No solo variada en origen, porque
hay vinos de todas las denominaciones patrias y de las mejores regiones vitivinícolas
del mundo, sino por los precios ofertados. Lo que nos da lugar a hacer una
critica desenfrenada a la política que se aplica a la venta de caldos propios
en los establecimientos hosteleros de nuestra casa, La Rioja.
Nos dan la opción de comprar una
botella de vino blanco australiano con nuestro menú, por un plus bastante
pequeño. La traemos a casa sin abrir y nos pedimos para acompañar la comida un
para de crianzas. Un lujo señores.
Ya con una predisposición más que
positiva nos lanzamos a degustar el menú: Espárragos trigueros con queso de
cabra, ensalada de pollo y bacalao sobre cama de patata asada y con tomate casero. Para mi, todo muy acertado.
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