Si Javi y Marimar hubieran accedido a "pasar por el aro", estoy segura de que a estas alturas, Casa León, sería un clásico imprescindible en todas las famosas guias. Esta falta de sometimiento a los patrones establecidos es la única explicación que puede encontrarse para justificar su ausencia en todas ellas.
Esto, y quizás la fama de ser un tanto peculiares que estos hermanos ostentan.
Aunque la peculiaridad más destacable a la hora de valorar su trabajo es su caracter obsesivo: por la limpieza del local (Que es extrema), por ofrecer un producto de altisima calidad (Que lo consiguen) y por exponer y vender una amplia gama de productos delicatessen (Que hacen perder el gusto a cualquiera).
Esto es suficiente para eclipsar su comentado caracter personal, criticado en algunos foros.
Así que este restaurante, que bien podría ser mundialmente conocido por el brillo de sus estrellas, se limita a ser un restaurante de culto, que a la vista puede pasar por ser un simple bar de carretera, con una fiel y selecta clientela aficionada al buen comer, procedente de todos los puntos del país.
Hace poco apuntaban algunos amigos que en los restaurantes de los más afamados cocineros nacionales se podía comer bien, pero no mejor que aqui en "el león". Y personalmente comparto su opinión.
Su carta no contiene ningún plato de extenso nombre.
La oferta se limita a platos de lo más tradicional: cocidos, verduras de temporada, caracoles, ensaladas y ensaladillas, pimientos rellenos...y carnes y pescados en diversas elaboraciones. Dicho así, resulta complicado imaginarse el porqué de tanta alabanza a algo tan aparentemente simple.
Pero la verdad es que cada uno de los platos que ofrecen está elaborado y presentado de forma exquisita. Y que en pocos lugares puede uno comer y beber con unos cubiertos y copas tan relucientes.
Este mes de agosto disrutamos comiendo una menestra y un plato de pimientos rellenos de rape, langostino y setas para compartir. Las fotos con seguridad no hacen suficiente justicia a los platos, porque la menestra está al nivel de las mejores de la Ribera Navarra, incluyendo esparrago y calabacín rebozados. Y el pimiento relleno con suave textura e intenso sabor, incluyendo una salsa con muy buen sabor a mar.
En anteriores entradas casi pasaba por alto los postres, pero Miguel, un cocinero amigo, me ha llamado la atención sobre la importancia de este final, y del cafe y la copa. Y es verdad. Si falla el postre falla todo.
Como siempre mi acompañante se pidió una tarta de queso, y yo arriesgué con unos higos frescos con natillas y caramelo. Nunca nos habían ofrecido antes este postre, y estaba realmente bueno. Fresco y dulce.
Pacharán casero en vaso de estética alquímica, y detalle de la casa para acompañar.
A la carta, con Viña Real crianza de Rioja,y agua, unos 40 euros/persona.
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