Nos pasa siempre que volvemos a casa. Aunque esta vez menos, porque para variar, esta vez no hemos acabado buscando chuleta asada en ningún lado. Debemos estar madurando.
Nos pasa que siempre volvemos pensando, yo más, lo ridículo que nos resulta haber pagado por comer una chuleta a la brasa, teniendo a disposición el merendero de Carra y estando bien aprovisionados de sarmientos. Y teniendo posibilidad de comprar buen cordero, chamarito o no, de Belorado o de Sorzano, buena ternera y buena vaca de esa que sirve Dani en el mercado de San Blas de Logroño.
Se disfruta más esto al volver, comparando y sintiéndose privilegiado.
Prendiendo los sarmientos
Impregnándose del olor de las chuletillas, el choricillo, el salchichón y la careta adobada que nos ha servido esta vez, como casi siempre Sufrategui.
Un tinto rioja de año, un blanquito de cooperativa
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Y una mesa puesta con los amigos sentados
que ya saben que están invitados
Hay que pensar en venir más a La Rioja
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