El barrio de La Marina de Hondarribia es una especie de calle San Juan de Logroño, salpicada de bares de aspecto tradicional, y en este caso sociedades, en la que se mezcla la clientela local con el turista.
Aunque tal y como parodian los de Vaya Semanita, los autóctonos gustan poco de acompañar los caldos con productos sólidos, y se agrupan en la calle en cuadrillas vaso ancho y rebosante en ristre. Creo que casi siempre rebosante de Txakolí, de Guipuzkoa.
Cuadrillas mayoritariamente masculinas, de hombres que me parecieron altos y paseando el jersey a los hombros a pesar de la baja temperatura.
Entre las tabernas de la calle San Pedro encontramos el laureado Gran Sol, abierto un lunes a pesar de que no es eso lo que reza su Web. Me quede sorprendida de encontrar un bar marinero, pequeño, forrado en madera y sin un solo detalle de modernidad estética. Mi enhorabuena por no perder la identidad. Que parece que en un local tradicional no puedan venderse los más selectos y elaborados platos.
Nos tomamos solo una ronda y optamos por un par de clásicos de la barra, la bola de carne picante y queso (De verdad) y un pincho de berenjena y gamba. Buenos pero claro, sin más. Tendremos que escaparnos de nuevo por allí para tomar alguno de los pinchos mas elaborados, que nos comentan por aquí que no hacen un buen champiñón relleno, y unos sabrosos huevos con migas.
Siempre está bien dejar algo para tener la excusa de volver...
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