Bien lo saben los expoliadores y ladrones de las truferas naturales y de las plantaciones privadas de encina micorrizada de La Rioja y sus alrededores. Que haberla, hayla. Y no solo Melanosporum, sino además Aestivum, Uncinatum, y otras tantas variedades de trufa menos conocidas y no comerciales.
La trufa crece en el subsuelo de muchos de nuestros montes, no diremos cuales, debido a que aqui se presentan las características ecologicas adecuadas para ello: Terrenos calizos (pH>7,5), con buenos niveles de insolación, escasas precipitaciones (400<x<900mm) los más años que menos, y terrenos salubres, con poca presencia de hongos competidores (Esto es logico porque hay años tan secos que hay que ver quien es el que sobrevive).
Para el que se lo plantee, la trufa, con ese aspecto verrugoso y oscuro, casi siniestro, y una aroma intenso, duro, agobiante que sin embargo muchos equiparan al mejor perfume, es el fruto de un hongo que mora en el subsuelo, asociado a algunas variedades de arboles. Especialmente en encinas, y también en robles.
Asociado biológicamente hablando, en un estado simbiotico que beneficia a ambos, arbol y hongo. Fusionado a la profundidad, que no altura, de las raices, donde el micelio del hongo envuelve a la raíz, creando una micorriza. Que es para ambos tanto, como un utero materno donde los socios se intercambian nutrientes, aminoacidos, proteinas e incluso agua, y donde acaba generandose el codiciado y negro fruto.
Tan grande es el deseo por este hongo, y tan alto el precio que puede alcanzar en el mercado, habitualmente de su mismo color, o sea negro, que estas trufas se reproducen in vitro. In vitro sí, igual que los humanos últimamente. El IVI riojano en materia de truficultura es el vivero VEPLAM, donde cualquier interesado puede dirigirse para adquirir planta con micorrizas, que deberá plantar y cuidar durante los cerca de siete años que dura el crecimiento fetal del fruto del hongo.
¿Qué donde está VEPLAM? En Cameros, claro. Y allí se les puede llamar (Movil:620783482)
La perdida del hábitat natural, el cambio climático, la variación de la distribución de precipitaciones y los actos vandálicos de los furtivos que rondan y expolian las truferas y plantaciones están poniendo en peligro la conservación de las truferas naturales.
Las de Villarroya, ya no pueden más. Pateadas, ultrajadas, mil y una veces vejadas por los buscadores de oro de esta nuestra región y de algunas regiones cercanas, tratadas de salvar con trabajos culturales, protecciones, acotados, prácticamente nos han abandonado.
Deseemos a estos infames destructores de nuestro patrimonio genético nacional, todos los posibles males, mientras nosotros nos deleitamos con trufa regional, trufa riojana, fresca y negra, Melanosporum. A un precio que fija el mercado, pero que permite compara una dosis suficiente como para degustar unos buenos huevos trufados, ecológicos y riojanos, y un quesito casero. También trufado, con sésamo y miel.
Deseemos a estos infames destructores de nuestro patrimonio genético nacional, todos los posibles males, mientras nosotros nos deleitamos con trufa regional, trufa riojana, fresca y negra, Melanosporum. A un precio que fija el mercado, pero que permite compara una dosis suficiente como para degustar unos buenos huevos trufados, ecológicos y riojanos, y un quesito casero. También trufado, con sésamo y miel.
PD: Hoy, 9 de enero de 2015, se ha presentado en La Rioja la nueva Orden que regula la recogida de hongos y setas en nuestra Comunidad. Que Dios reparta suerte.
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