sábado, 10 de marzo de 2012

COMER EN DUSSELDORF: BRAUEREI SCHUMACHER

Edificios de Frank Gehry en Dusseldorf

Aunque ensombrecida a nivel turístico por su vecina Colonia, 30 km aguas arriba del Rin, la capital de la region de Renania del Norte-Westfalia, Dusseldorf, es un destino profesional muy frecuentado. Son numerosas las ferias y congresos de todos los sectores que anualmente se celebran en el recinto de la "Messe". Participar en una de esas ferias es el motivo de este viaje.


Dar consejos sobre donde ir a comer en Dusseldorf con nuestra corta experiencia, sería desde luego una osadía. Más aun teniendo en cuenta el importante número de restaurantes y cervecerías con los que cuenta esta ciudad.
La principal decisión a la hora de elegir dónde entrar, pasa por saber qué tipo de cocina es nuestra preferida: italiana, internacional, alemana o japonesa.
Los amantes de esta última están de enhorabuena en esta ciudad, puesto que el número de buenos restaurantes de ésta especialidad refleja bien la magnitud de la colonia japonesa que viven en ella: la mayor de toda europa. De entre estos mi guia de cabecera alemana, la AUDI, recomienda visitar el Maruyasu. Nosotros no entramos en ninguno.
Porque estando en Alemania por pocos días, la elección de una cervecería local donde engrasar un poco las arterias, tampoco es una mala opción.
Y aunque mi guia no cita ninguna como templo del gran comer, y ni siquiera lo hace como atracción turistica,  nos dejamos guiar por un entendido en el lugar y fuimos a cenar a una de las más conocidas: la Brauerei Schumacher.
Esta cervecería está situada en una zona muy céntrica, y presenta una disposición muy agradable, al uso alemán de distribuir el espacio en diferentes ambientes, entre los que se incluye uno de terraza. Febrero no es el mes ideal para disfrutarla, pero el interior tampoco esta mal. Esta cervecería hace las veces de restaurante y de planta de elaboración de su propia cerveza tipo Alt. Si no se tiene reserva, es facil tener que esperar para cenar. Aunque si uno es alemán y va solo, se puede sentar en cualquier hueco que vea libre, siguiendo su practica costumbre de aprovechar los tiempos y espacios. A nosotros nos toco esperar un rato tomando unas cañas, porque el local estaba lleno.
Lo que no había era ni rastro de las tipicas camareras alemanas cargadas de jarras, tan habituales en otros ambientes cerveceros como el de Munich. Pero a diferencia de en Baviera, aquí los camareros estaban muy atentos a no dejar nunca vacío el vaso de cerveza de los clientes.

Cenamos por 25 € por cabeza, incluyendo varias pintas. El menú, contundente y muy bueno.
Para empezar, una tapa de carne picada cruda adornada con cebolla, para cuya ingesta se sirve al lado un bol con mostaza muy potente. No fue muy de mi agrado.

Después un surtido de carnes y embutidos para compartir en el que no faltaron, por supuesto, ni el codillo ni las salchichas.


Acompañado todo ello por distintas raciones de patata asada, pure de patata y como no, col.

Tomamos codillo en todas sus modalidades: cocido, asado y cocido y asado todo a la vez.
Este último combinado era el que mejor estaba. El lomo de Sajonia era de verdad, no de esos sucedaneos que podemos probar normalmente en nuestro país y las salchichas, tanto blancas como rojas estaban también muy buenas.
No nos quedó sitio para el postre. 
En resumen: un sitio agradable y recomendable.

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