sábado, 31 de marzo de 2012

RESTAURANTE TODELUNA LOGROÑO

Un complicado diciembre y nuestras dudas, nos hicieron dejar pendientes algunas cosas el pasado año. Entre ellas cruzar el umbral del Restaurante Tondeluna.

Para vencer la incertidumbre, ésta vez vestimos la ocasión como celebración personal. Qué mejor lugar que uno amparado por un gran nombre, en este caso Francis Paniego, para darle merecida importancia a un momento dado. 

Alentados también por lo referido en un comentario a la entrada "De nuevo en Marinée logroño", evitamos ésta vez posicionarnos frente a la carta, decididos de antemano a probar el menú Atondelunado. Tal y cómo nos referían en ese comentario, por 25 € (Pan y bebidas aparte), una pareja puede probar cinco platos diferentes y dos postres. Así en función de la bebida elegida básicamente, el menú puede rondar los 30-35€ por persona.


Siguiendo el índice de nuestras reticiencias y dudas, afirmo nuevamente que éste restaurante es un espacio diferente a cualquiera de los que nos podemos encontrar en la ciudad de Logroño. Esto ya es de por sí, un elemento que puede inclinar la balanza hacia la elección de éste espacio gastronómico como destino.

En respuesta a nuestra duda a cerca de la presencia o  no de los cocineros en sus segundos, terceros e incluso muchas veces enésimos restaurantes, hemos de decir que nosotros sí encontramos a Francis Paniego llevando la batuta de su equipo en los fogones. Y fue una sorpresa agradable. Además nuestra ubicación, practicamente enfrente de la cocina vista de la que dispone el local, nos permitió observar sus movimientos.
Decir que también al uso de éstos renombrados chefs, él mismo salió en varias ocasiones a preguntar a sus comensales sobre distintos efectos de la comida o sobre su comodidad.
 
Respecto a la estética e inmejorable ubicación en pleno paseo del Espolón, sigo considerando que el aspecto interior resulta un poco frio. A pesar de haber conocido el trasfondo de algunos detalles de la decoración, como por ejemplo, que la sucesión de lamas móviles que cubre  la pared izquierda hasta el fondo del local, representa la variación cromática de los bosques de la aldea de Ojacastro de la que el restaurante toma su nombre: Tondeluna. Y que esas bancadas que nos parecían mesas de un comedor escolar son en realidad mesas de cata al uso, sobre las que las lámparas que las acompañan pueden regularse en altura para facilitar la evaluación de los caldos.
 
Pero más importante que el aspecto estético, o el hecho de compartir mesas con otros comensales, que puede gustar más o menos, es  a nuestro criterio la falta de ergonomía de sus sillas. Terribles, al menos para gente alta. Pequeñas, con repaldos minúsculos... Igual un traumatólogo especiaizado en problemas de columna las considera maravillosas, pero a nosotros particularmente, nos dieron la comida.
Decíamos también que la duda final y más importante que siempre nos asalta en estos locales de renombre, es la de pagar y quedarnos con hambre. Y la verdad es que con hambre no salimos, y que además tampoco fue tan caro: 10 € más que en un restaurante medio por el capricho de comer en el restaurante de un cocinero de tanto prestigio, y encima al lado de casa, no es dinero.

En el aspecto gastronómico salimos un poco frios, que no decepcionados.
Elegimos tomar para dos el menú atondelunado, que te permite elegir cinco platos de la carta para compartir sin ningún tipo de restricción.

Tomamos como entrantes:
Yogur de queso de Tondeluna con confitura de tomate y mazana verde. Bien clasificado en la propia carta dentro del apartado "Lo bueno si breve....". Bueno sí y breve también, quizás demasiado breve esa espuma de queso etérea por su mínima densidad.

Croquetas, de la categoría "Me tienes frito" avaladas por la receta de la conocida y premiada madre del cocinero: Marisa, la del Echaurren. Su bechamel finísma, punto indiscutible; su sabor muy suave, muy, muy suave. Y con escasos tropiezos. No causaron todo el furor que debieran.

Arroz ligado a modo de rissotto con láminas de sepia, del apartado "Metiendo la cuchara". No nos hizo mucha gracia, y nos hizo abrir el debate a cerca de la presencia o no de Bovril en este plato, y de su uso indiscriminado en las salsas con sabor a "hongos y boletus" de demasiados restaurantes. Los Epicureos, sin embargo, destacaron este plato entre su selección de platos.


"De la Mar", comimos Cocochas de Bacalao al Pil Pil sobre patatitas. Muy buenas y una ración abundante. Y "de la Tierra" Secreto de ibérico a la plancha con pimientos verdes fritos y sofrito de ajetes. Servido troceado y con los acompañantes a modo de salsa. Bueno, pero sin más.


De postre uno realmente bueno: Tosta templada con queso, manzana y helado de miel. Hay que probarlo. (Es parecido a uno de los postres de la Posada del Laurel de Préjano) y una Torrija con helado de queso fresco y sopa de vainilla bien pero sin más.

Copa abundante de vino Rioja Melquior 3€. Gran comercial el que distribuya este vino, que se deja ver mucho últimamente.

No es un lugar del que salir con la boca abierta, pero la experiencia, por su precio, se puede recomedar.

lunes, 26 de marzo de 2012

RESTAURANTE VILLA MARCILLA. MARCILLA (NAVARRA)

El conocido restaurante Villa Marcilla está ubicado en las afueras de Marcilla (Navarra): un próspero municipio situado en la ribera del río Aragón, cuyo mayor atractivo turístico es su castillo.  
El restaurante forma parte de la oferta de un Hotel de cuatro estrellas del mismo nombre, que ofrece este punto como estratégico para la visita de algunos puntos imprescindibles de la ribera y la navarra media como las Bardenas Reales o el Monasterio de la Oliva.
Estéticamente el complejo por dentro resulta muy agradable: Los distintos salones que componen el restaurante se distribuyen a lo largo de varias estancias de una casa solariega de principios del siglo XX, entre las que se abren patios y jardines que también hacen las veces de espacio de comidas.
El lugar donde se sirve el menú del día es una nave rectangular de vigas vistas muy bien decorado en estilo rústico. Los comedores a la carta son espacios realmente acogedores, que te transportan a casas de epoca casi victoriana, pero con la justa sobrecarga decorativa.
El menu diario de almuerzo del Villa Marcilla sale por 12€+iva y por 25€ los fines de semana: El primero suele estar bastante demandado.
Pero en esta ocasión la visita de los Azk al Villa ha estado motivada por una nueva despedida del grupo. Aprovechando el calor de los albores de la primavera hemos comido al aire libre, acompañados del rumor del agua corriendo en una fuente, en el patio intermedio del edificio.
El menu ha consistido en una seleccion de entrantes a compartir, un segundo a elegir, postre y vino Marco Real, crianza 2008, por 35 €/persona.

Las presentaciones de los platos muy correctas en general, las raciones, en este caso, desiguales.
Como entrantes:
Delicioso crujiente relleno de crema de pimiento y bechamel.      Paté para untar con panecillos de pasas, anunciado como foie. "Haciendo un breve inciso, abogo aqui por la necesidad de intervención de la Real Academia de la lengua, para definir el concepto "foie", y sus innumerables acepciones. Basando ésta solicitud  en que este término es empleado en practicamente todas las cartas de restaurantes con pretensiones de este pais, y no refiriendose siempre al mismo producto"
Rueda de morcilla salada con piquillos y
Rissotto de hongos acompañado de chipirón en su tinta. Una combinación esta última, un tanto dificil de asumir, por la intensidad de ambos sabores.
Muchos segundos para elegir, que justifican el comentario sobre la subjetiva desigualdad de los platos, al menos en lo que a cantidad de ración de refiere.

Canelones de pescado, dos unidades. Con sabor intenso a pescado, demasiado, y para estómagos de volumen reducido, o saturado de entrantes.
Merluza en salsa, sobre cama de patatas asadas, con sofrito de ajos y acompañada de gambas. Plato por lo visto que despertó las miradas y las dudas de los que no lo habían elegido, penando por su elección.
Confit de pato. De gran tamaño.
Carrilleras en salsa. Buenas y bien presentadas, y
Polémico entrecot. Polémico poque a pesar de que era un buena ración, era un entrecot de ternera y no de vaca. Puntualicemos aqui que los sueños frustrados de los clientes no debe asumirlos como culpa el restaurante, puesto que no se indicaba lo contrario en el menu cerrado. Aun así, la carne resulto sospechosa de ser de ternera de añojo, porque no era demasiado blanda, y era, claro, demasiado magra. Y ante la frustración no hay más cura que la reflexión y distancia en el tiempo...
He de hacer también mención aquí a que tanta despedida gastronómica nos lleva, como no, a la comparación. Y en este punto hay quien nos insta a hacer justicia con nuestro anterior punto de encuentro: Las Halconeras de Sancho IV, en Funes. Puesto que a pesar de su modestia, comparada con la fama y nivel de éste Villa Marcilla, hay quien lo ha preferido. Menos estética, tal vez, pero comparando la calidad del producto servido, el de Funes no se queda a la zaga, sino que en algunos apartados, como la carne, (Chuleta de vaca de la que se  pudo incluso repetir) supera el nivel con creces.
En la variedad está el gusto.

jueves, 22 de marzo de 2012

RESTAURANTE VALENTIN. AGUILAR DE CAMPOO (PALENCIA)

La combinación de arte Románico, naturaleza y gastronomía,  hacen de la zona norte de la provincia de Palencia un destino muy atractivo para el turismo de interior.
En el apartado de naturaleza, el Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña Palentina, puede cubrir las expectativas de cualquier amante de la alta montaña. A la sombra de los Picos de Europa, el Curavacas (2525m) y Peña Prieta Sur (2536m) presiden un territorio de montaña poco conocido en el que manan las fuentes de los ríos Carrión y Pisuerga.
En el apartado historico-artístico, las rutas del románico norte son desde luego un punto de visita obligada en el mapa nacional. Acceder a estas rutas  desde el valle de Liébana en un día soleado que nos permita parar un rato en el mirador de Piedrasluengas es impresionante.
Partiendo desde este punto, pueden visitarse las iglesias de San Salvador de Cantamuda y Perazancas de Ojeda, y parar a comer en cualquiera de los restaurantes de Cervera de Pisuerga, uno de los dos puntos de referencia de estas rutas. (Por cierto una cajita de pastas de su fabrica Pastas y Hojaldres UKO es un buen recuerdo del viaje)
De camino al otro de estos puntos de referencia: Aguilar de Campoo, no hay que dejar de visitar el monasterio cisterciense de San Andrés del Arroyo (No están mal tampoco las pastas de té que elaboran sus monjas), ni la iglesia de Moarves de Ojeda.


En Aguilar deben de ser conscientes de que tanto arte y naturaleza abren el apetito, puesto que en la localidad hay un numero elevado de restaurantes. En mi famosa guía recomiendan dos de la localidad, aunque no comimos en ninguno de ellos: elegimos al azar un menú. El precio del menu en fin de semana es de 15€ en varios locales y en el Restaurante Valentín que está en uno de los hoteles del municipio, éste menú incluia cordero asado. Bueno, "lechazo de Castilla".
!!Que verguenza!! Pobres pastores: un producto de lujo como el cordero de leche nacional vendiendose a precios de embutido corriente al corte, o más barato...y compitiendo con corderos de importación que no estan a su altura...pero este es otro tema.....
El menú del Valentín cumplio nuestras expectativas calidad-precio, pese a  no salir en las guias. Los entrantes pre-asado, fresquitos y a base de brochetas de langostino y enslada, luego el plato de cordero asado y un postre. Vino de mesa aceptable. 


 Un fin de semana bien aprovechado y un destino recomendable.
 By LRFs

sábado, 10 de marzo de 2012

COMER EN DUSSELDORF: BRAUEREI SCHUMACHER

Edificios de Frank Gehry en Dusseldorf

Aunque ensombrecida a nivel turístico por su vecina Colonia, 30 km aguas arriba del Rin, la capital de la region de Renania del Norte-Westfalia, Dusseldorf, es un destino profesional muy frecuentado. Son numerosas las ferias y congresos de todos los sectores que anualmente se celebran en el recinto de la "Messe". Participar en una de esas ferias es el motivo de este viaje.


Dar consejos sobre donde ir a comer en Dusseldorf con nuestra corta experiencia, sería desde luego una osadía. Más aun teniendo en cuenta el importante número de restaurantes y cervecerías con los que cuenta esta ciudad.
La principal decisión a la hora de elegir dónde entrar, pasa por saber qué tipo de cocina es nuestra preferida: italiana, internacional, alemana o japonesa.
Los amantes de esta última están de enhorabuena en esta ciudad, puesto que el número de buenos restaurantes de ésta especialidad refleja bien la magnitud de la colonia japonesa que viven en ella: la mayor de toda europa. De entre estos mi guia de cabecera alemana, la AUDI, recomienda visitar el Maruyasu. Nosotros no entramos en ninguno.
Porque estando en Alemania por pocos días, la elección de una cervecería local donde engrasar un poco las arterias, tampoco es una mala opción.
Y aunque mi guia no cita ninguna como templo del gran comer, y ni siquiera lo hace como atracción turistica,  nos dejamos guiar por un entendido en el lugar y fuimos a cenar a una de las más conocidas: la Brauerei Schumacher.
Esta cervecería está situada en una zona muy céntrica, y presenta una disposición muy agradable, al uso alemán de distribuir el espacio en diferentes ambientes, entre los que se incluye uno de terraza. Febrero no es el mes ideal para disfrutarla, pero el interior tampoco esta mal. Esta cervecería hace las veces de restaurante y de planta de elaboración de su propia cerveza tipo Alt. Si no se tiene reserva, es facil tener que esperar para cenar. Aunque si uno es alemán y va solo, se puede sentar en cualquier hueco que vea libre, siguiendo su practica costumbre de aprovechar los tiempos y espacios. A nosotros nos toco esperar un rato tomando unas cañas, porque el local estaba lleno.
Lo que no había era ni rastro de las tipicas camareras alemanas cargadas de jarras, tan habituales en otros ambientes cerveceros como el de Munich. Pero a diferencia de en Baviera, aquí los camareros estaban muy atentos a no dejar nunca vacío el vaso de cerveza de los clientes.

Cenamos por 25 € por cabeza, incluyendo varias pintas. El menú, contundente y muy bueno.
Para empezar, una tapa de carne picada cruda adornada con cebolla, para cuya ingesta se sirve al lado un bol con mostaza muy potente. No fue muy de mi agrado.

Después un surtido de carnes y embutidos para compartir en el que no faltaron, por supuesto, ni el codillo ni las salchichas.


Acompañado todo ello por distintas raciones de patata asada, pure de patata y como no, col.

Tomamos codillo en todas sus modalidades: cocido, asado y cocido y asado todo a la vez.
Este último combinado era el que mejor estaba. El lomo de Sajonia era de verdad, no de esos sucedaneos que podemos probar normalmente en nuestro país y las salchichas, tanto blancas como rojas estaban también muy buenas.
No nos quedó sitio para el postre. 
En resumen: un sitio agradable y recomendable.