martes, 30 de junio de 2015

MAS QUE MIGA. LOGROÑO: EL DE LA FRONTERA SUR

Mas que miga..."El negocio mas al sur de la ciudad". 
Situado en la frontera, en el barrio de La Cava Fardachon, y más concretamente en la calle Serradero, se abrió hace algo más de un año este negocio.

Y digo negocio porque bajo esta original denominación se aglutinan un bar, una panadería, un pequeño rincón de venta de chucherias, incluso un pequeño salón presidido por el cuadro "La familia" de Fernando Botero, en el que de forma distendida puede uno consumir lo adquirido en el local.
El espacio cuenta incluso con una pequeña biblioteca solidaria de la que pueden llevarse libros prestados por un módico precio simbólico de un euro, importe que se pretende destinar a fines sociales. Como biblioteca solidaria recibe también las aportaciones de todos aquellos que quieran donar para este proyecto sus publicaciones.
Me parece una iniciativa preciosa, pero con necesidad de promoción, porque no son aún muchos los ejemplares de los que dispone.


Como veis en un mismo servicio infusión, bocatita, pan y periódico prestado para acompañar el tentempié



Original y practico. 

miércoles, 24 de junio de 2015

PANADERIA LAS 100 DONCELLAS. SORZANO. LA RIOJA



Danzador de Anguiano
Cofrade de la procesión del Santo Entierro
Pisador oficial de uva

Son algunas de las transmisiones patrimoniales, de entre el inmenso patrimonio inmaterial patrio, con las que uno puede encontrarse sin comerlo ni beberlo, como herencia. Y menuda herencia la de tener que subirse, por ejemplo, en los zancos. Menos mal que yo no nací varón, ni en Anguiano, porque lo hubiera pasado realmente mal. O imagínense tener que procesionar descalzo bajo el peso del sepulcro de Nuestro Señor, que será un honor, no lo dudo, pero de pesada carga material las mas veces.

Pero en este azar de la vida puede también tocarte heredar otras cosas, como el oficio: Sepulturero, ganadero, apicultor, comercial, mesonero…incluso panadero. ¡Imagínate! Panadero. Y si además la herencia no es de cualquier tipo de panadero, sino el de panadero rural, para qué vamos a contar.

Hector Ulecia Ascacibar, “Hectitor”, es uno de esos afortunados legatarios de un negocio de panadería rural y sus cosas. Cosas como los madrugones, los desplazamientos por sinuosas carreteras de montaña, sí, también en invierno y con nieve, y la obligación de ser transmisor de noticias, oferente de compañía e incluso algunas veces suministrador de víveres a los escasos habitantes de muchos pueblos de la sierra.

Recibió el legado de manos de su padre de ponerse al frente de “Las 100 Doncellas”, la panadería de Sorzano. Ese pequeño pueblo en las estribaciones de Moncalvillo, conocido por el tributo de mozas a los “moros”, si es que aun se puede decir “moro” sin ofender a la audiencia. 

En Sorzano elabora el pan que vende en el despacho anexo al obrador y en numerosos pueblos del Camero Nuevo, a los que se desplaza diariamente, y en los que cumple con todos esos papeles de panadero rural que ya hemos explicado.

También hace pastas y pasteles. Sus milhojas han adquirido gran fama entre sus convecinos, y están buenos, aunque seamos serios, yo no creo que superen a los de la Mariposa de Oro. 


Hace de mantenedor de tradiciones, menudo currículo tiene. Mazapanes, bollos preñados y anisados, y bollos de San Blas.
Esos bollos secos de San Blas que son típicos de Sorzano, y con los que sus habitantes proyectan su espíritu libre y su desdén a pasar por el aro (De las rosquillas que en estas fechas se comen en el resto de lugares, claro)

Elegir uno de sus productos, y recomendarlo sería un poco osado, así que yo invito a acercarse a la calle Mayor de Sorzano, la del Merdancho, que ahora fluye tapado, y arriesgarse a probarlos. No diré todos. Los que ese día dispongamos.

Panaderia las100 doncellas
Calle Mayor, 7. Sorzano

www.las100doncellas.com

lunes, 22 de junio de 2015

LA SEPIA BOBA. PEÑISCOLA (CASTELLON)

Recorriendo las empedradas calles del Peñón sobre el que se asienta el núcleo de Peñiscola y a sabiendas de que contamos con un Pontífice de lo mas transgresor, que incluso se atreve a enarbolar la bandera de la lucha ambiental, no me extrañaría nada que Francisco recuperará para sí este enclave como Sede Pontificia.

Desde lo alto del Castillo del Papa Luna podría vigilar la plataforma Castor, cuya llama puede verse titilante sobre el horizonte marino cada noche, en un entorno en el que el piso no esta enmoquetado sino empedrado, y que en los meses no estivales conserva aun la esencia de un pueblo humilde y marinero.

A principios de junio aun es posible sentir parte de esa esencia, y disfrutar de los numerosos locales que copan sus calles. En pleno verano, no me atrevo a pensar donde quedara la esencia. Arrinconada sin duda entre las hordas de turistas.

Entre esos locales nos sentimos fuertemente atraídos por La Sepia Boba. O más bien por su terraza, que forma parte del decorado de toda una calle. Empedrada y en cuesta, como todas.



Y en la que éste es el único local, lo que resta movimiento y aporta tranquilidad al lugar. Un ambiente al que se suma una selección de música ambiente que considero tremendamente acertada: Amaral, Bunbury con y sin Elefantes..


La carta de ensaladas, raciones y otros elementos de tapeo amplia y los precios medios. Selección de vinos correcta, y con algunas excentricidades de esas que permiten disfrutar de la amplia variedad de vinos de este nuestro país.

 
El servicio correcto y las presentaciones originales. Raciones abundantes. 

Nos pedimos unas copas de vino de la DO Montsant. Ensalada de tomate y bacalao, perfectamente aliñada. El bacalao troceado y al punto de sal, que es un punto escaso, que considero muy acertado de cara a no enmascarar sabores y a la protección cardiovascular claro.


Sepia a la plancha con su ali oli sobre pan, en su punto, y torrada de queso y salmón. La torrada sobre pan, untado con queso y abundantemente cubierta por daditos de salmón

Personalmente lo recomiendo.

viernes, 19 de junio de 2015

EL TIMONEL. PEÑISCOLA (CASTELLON)

Este año y no sin cierta fortuna hemos conseguido, por fin, mesa en el afamado Timonel de Peñíscola. La única Jatexea declarada en estas latitudes.

Esta casa de comidas se ha convertido en lugar de peregrinación de los numerosos vascos, navarros y riojanos que eligen este municipio como lugar de vacaciones. Gentes estas que al parecer encuentran más placer en la cocina, que no el producto, del norte, que en la mediterránea. O en lo que por ahí se oferta como Mediterránea.

Sospechosamente escondido en una calle más que secundaria de un barrio de apariencia humilde y escasamente frecuentado por turistas, un discreto y elegante cartel en la fachada anuncia Timonel.


Una sólida puerta de madera nos conduce al interior de un sobrio e inmaculado local. La oferta de vinos, amplia y apetecible se exhibe en pizarras en la pared trasera del mostrador. Muchos riojas.
Sobre la barra algunos pinchos, y una tortilla de chorizo. Entiendo que el medio día no es la hora de alternar en estas playas e imagino una oferta mayor de pinchos al atardecer.

Tomamos asiento, acompañados por un correcto maestro de sala que nos invita a seleccionar raciones de la carta para compartir. Sin prisa. Elegimos cuatro platos que el nos recomienda sean solo tres.

Hay muchos platos apetecibles en carta. Pero sabiendo que el arroz se sirve blanco y no teñido con colorante amarillo, lo elegimos. Arroz con almejas. Servido en sartén arrocera y en un volumen tan exagerado que bien comerían aquí tres más que dos.



Perfectamente distinguible el sabor de los bivalvos, abundantes en el plato.




A continuación chipirones encebollados. Altamente recomendables, destacando nuevamente el sabor y texturas del producto sobre los aderezos, que en este caso acompañaban más a las cabezas y tentáculos que al cuerpo del calamar.






Finalmente el “sumun”. Patas de cerdo a la brasa. Servidas sobre parrilla con brasa de madera, que no carbón de bolsa. Simplemente espectaculares.

Originales, simples y sabrosas. Desde luego trataremos de emularlo en nuestras propias parrillas, aunque por lo que nos contaron asiduos comensales, no es esta cosa fácil de replicar, aunque lo parezca.



Peras al vino, perfectas como colofón final y vino, durante toda la comida de Briones. Vivanco crianza.



El homenaje no llego a 30€/persona. Salimos más que llenos y más que satisfechos.Sólo nos quedo una pena: Haber podido conseguir uno de esos rodaballos frescos que vimos servir, pero que para cuando llegamos tenían ya nombre.