Que decir de Ezcaray que no se sepa.
Es la Vielha (viella) de La Rioja. La Vielha del Pirineo quiero decir. Con su estación de esquí, sus casas de pueblo de montaña, sus visitantes de marca, su reluciente Estrella Michelín, sus calidas mantas y bufandas de mohair (De las que todo el mundo debería tener un ejemplar).. su saturación de viviendas de fin de semana.....
Ezcaray es un buen destino en cualquier época del año, aunque especialmente en un otoño lluvioso como este. Y además tiene también una oferta gastronómica incomparable, para todo gusto y bolsillo.
Ezcaray es un buen destino en cualquier época del año, aunque especialmente en un otoño lluvioso como este. Y además tiene también una oferta gastronómica incomparable, para todo gusto y bolsillo.
Así que el sabado nos pasamos a tomar unos pinchitos por allí. En realidad no era el mejor momento para ir, pudiendo haber elegido cualquier otro rato, porque el pueblo estaba desbordado de gente. Impresionante. Nos comentaba un oriundo del lugar, amigo y compañero de fatigas estudiantiles, que la crisis le estaba viniendo bien al turismo de Ezcaray. Menos mal que algo les va bien a los de la sierra, además de la escuela de pelota a mano, claro.
Pese a lo que me gusta ir a Ezcaray, confieso que lo mejor de la escapada es siempre volver a casa pasando por Fresneda de La Sierra. El alto de Pradilla (No de La Pradilla como se empeñan en llamarlo algunos descuidados periodistas) marca una frontera de silencio que tiene para mi un maravilloso efecto de sosiego. Porque en el valle del Oja tengo la sensación de que el mundo está demasiado lleno. De casas.
Pese a lo que me gusta ir a Ezcaray, confieso que lo mejor de la escapada es siempre volver a casa pasando por Fresneda de La Sierra. El alto de Pradilla (No de La Pradilla como se empeñan en llamarlo algunos descuidados periodistas) marca una frontera de silencio que tiene para mi un maravilloso efecto de sosiego. Porque en el valle del Oja tengo la sensación de que el mundo está demasiado lleno. De casas.
En Ezcaray hay mucho donde elegir para pinchear, pero nosotros empezamos por un clasico de la Plaza de la Verdura: El Masip. En realidad, este articulo debería titularse: De pinchos en Ezcaray o varias rondas en el Masip.
La verdad es que a pesar de la candidad ingente de gente que se agolpaba en la "Primera villa turistica de La Rioja", conseguimos hacernos hueco en una esquinita de la barra del Masip. La mayoría del publico prefería las terrazas en un soleado día de otoño.
Para abrir boca nos pedimos una racioncita de patas ali oli. Para abrirla y despues para llevarla cerrada. Porque estas patatas están buenísimas, y tan frescas como aparentan, pero el ajito fresco ya se sabe. Aun así, por dos cincuenta merece la pena probarlas. Y siempre puede uno pensar en que el ajo es un buen antibiotico.
Ya que estabamos allí nos pedimos otra ronda. Esta vez otro de los clásicos del lugar: Alegría riojana rellena de carne picada y también croqueta de jamón. La alegría picaba lo suyo. Era indudablemente casera (es que en esto de los pimientos rellenos ya se sabe), pero pecaba quizás de mucha carne y poca besamel. La croqueta estaba muy buena. Con la besamel finita y sabor intenso a jamón.
De aqui y previa recomendación, nos fuimos al Bar Ubaga, en el que al llegar encontramos basicamente público local. La verdad es que aquí hacen una gran variedad de pinchos bastante elaborados. Pero su presentación en la barra, a pesar de que se encuentran rotulados con sus correspondientes nombres, me dio una sensación imprtante de desorden y amontonamiento.
Tomamos un pincho de queso verde Tondeluna, con foie y manzana caramelizada y una anchoa en salazón rellena de salmón, queso y tomate. La verdad es que los pinchos ganaban mucho una vez servidos, porque estaban mucho más frescos de lo que aparentaban.
Después nos pasamos por El Refugio, también por recomendación. Estaba lleno de gente consumiendo pinchos afuera y algo menos por dentro. Por dentro no me gustó nada. Me dio sensación de agobio porque junto a la barra hay un pequeño comedor. Vimos que sacaban frituras a la andaluza y que se ofertaban algunos mariscos como pinchos y raciones. Pero nos habían dicho que las croquetas estaban bien, y no arriesgamos. Personalmente no me gustaron las croquetas. Igual nos hicimos un lio con la recomendación.
Un tanto frustrados con esta ronda redirigimos nuestros pasos hacia lugar seguro: Al Masip.
Y esta vez fuimos algo menos conservadores y nos decidimos a probar dos de los tres pinchos de temporada que ofertaban. A saber:
Pastel de puerros y quesos. Buenísimo a pesar del inicial reparo por las "quiches" de mi compañero.
Tarteleta de boletus. Muy fina. Con sabor a boletus natural, y un par de trocitos de la seta en cuestión. En otros lugares igual lo hubieran llamdo "croqueta en tarteleta". Me gustaría saber cuantos de estos vendieron esa mañana, porque era un no parar de sacar bandejas. Costaban dos euritos y para matar el gusanillo del boletus estaban bastante bien.
Nos abstuvimos de tomar la tercera oferta del día: ración de boletus. Estaba a 13 euros. Nosotros es que estamos algo saturados de setas frescas esta temporada y especialmente las dos últimas semanas. Es lo que tiene tener un padre setero.
Siempre se pasa bien en Ezcaray.
Siempre se pasa bien en Ezcaray.