miércoles, 18 de noviembre de 2015

ROCAS DEL PUY DE BOMBONES TORRES. ESTELLA. NAVARRA

Las Rocas del Puy, son uno de los productos más típicos de Estella. Ese pueblo del que prácticamente toda España ha oído hablar alguna vez por ser cuna nada más y nada menos que de la Mariló. La Montero. La ex del Herrera. 

Aunque desde luego limitarse a conocer la capital de Tierra Estella sólo por eso, es perder la oportunidad de conocer uno de los pueblos más interesantes de Navarra, y aun diría más, de todo el País.

Pasear por Sampedro la Rúa, visitar su bonita iglesia a la que se accede por una larguísima escalinata de esas en las que toda novia querría lucir su cola, pasear por su claustro, hacerse una foto en la iglesia del Santo Sepulcro, cruzar el Ega por el puente de la cárcel, ver las tiendas de anticuarios, escaparse hasta el nacedero del Urederra (previa reserva), beber un trago de la fuente de Bodegas Irache cual peregrino a Santiago, porque por aquí también pasa el Camino…

Y finalmente comer, y de postre llevarse para casa unas Rocas del Puy de la confitería Bombones Torres. Unas rocas que no son sino avellanas bañadas en distintos tipos de chocolate, y que muchos estelleses elaboran en casa, pero que elaboradas por Torres son sin duda un producto que podemos considerar exclusivo.Gourmet que se diría también. Y que desde aqui os recomendamos no dejar de probar. (PD: ojo, que son más caras que el Azafrán, así que no os precipiteis a la hora de comprar)

  
Bombones Torres
www.bombonestorres.com

RESTAURANTE PAN Y VINO. LOGROÑO

Confieso que de no haber sido por su presencia en las redes sociales, y en particular en Facebook, lo más probable es que el Restaurante Pan y Vino hubiera seguido estando en mi cartera del debe. Y seguramente por mucho tiempo.
Ni su ubicación, como parte de una tríada de restaurantes consecutivos en la Avenida de Portugal, ni su estética me habían resultado nunca atractivas. Y mira que paso veces por delante. Algunas de estas veces incluso me había llegado a preguntar cómo sobrevivirían aquí estos negocios, dando por hecho que no tendrían mucho publico.
Cual fue mi sorpresa que al tratar de reservar un domingo mesa para dos, el local estaba completo. El siguiente domingo si había mesa, pero estaba prácticamente lleno. El publico presente, mayoritariamente familiar, y no especialmente joven. 

Personalmente la decoración del restaurante, resultado de una curiosa mezcla de estilos, me resulta inclasificable, y poco acertada. Y sí, me quejo habitualmente de la homogeneización de los espacios, pero por muy diferente que este sea….


No comimos a la carta porque el restaurante ofrece un menú fin de semana con una importante variedad de platos, y porque era nuestra primera vez, y no sabíamos que ni como se cocían por aquí las cosas.
Había sin embargo varias mesas de a la carta a nuestro alrededor, y por lo que pudimos ver mucho cliente fijo que sabía qué pedir: rodaballo, almejas, chuleta….
Pedimos menestra, bacalao a la brasa, entrecot y torrija. El vino incluido RV de Ruiz de Viñaspre, bastante acertado para la ocasión.

La menestra tradicional. Fresca. Bastante acertada, quizás con un punto elevado de aceite, pero de ninguna manera exagerado. Con verdura de temporda. En fin, agradable.
Los segundos desiguales. Bacalao en su punto. Rico de sabor y bien acompañado por salsa y guarnición. La carne demasiado pasada, sin destacar, probablemente por el punto de coccion.

La torrija muy buena. No tanto el flan de café. Excesivo en sabor.
Con café y pacharanes menos de 30 euros por persona. Correcto el servicio, junto con el que de vez en cuando aparecía el cocinero. Buena relación calidad precio, pero el espacio sin embargo no ha sido muy de mi agrado. Los espacios interiores con esas luces que emiten en los azules sobrecargan en exceso el ambiente, opino. Peor ya está probado.