miércoles, 19 de junio de 2013

A LA PARRILLA I

Nos pasa siempre que volvemos a casa. Aunque esta vez menos, porque para variar, esta vez no hemos acabado buscando chuleta asada en ningún lado. Debemos estar madurando.  
 
Nos pasa que siempre volvemos pensando, yo más, lo ridículo que nos resulta haber pagado por comer una chuleta a la brasa, teniendo a disposición el merendero de Carra y estando bien aprovisionados de sarmientos. Y teniendo posibilidad de comprar buen cordero, chamarito o no, de Belorado o de Sorzano, buena ternera y buena vaca de esa que sirve Dani en el mercado de San Blas de Logroño.
 
Se disfruta más esto al volver, comparando y sintiéndose privilegiado.
 
 
Prendiendo los sarmientos

 
Impregnándose del olor de las chuletillas, el choricillo, el salchichón y la careta adobada que nos ha servido esta vez, como casi siempre Sufrategui.
 
Un tinto rioja de año, un blanquito de cooperativa
........
 
Y una mesa puesta con los amigos sentados
que ya saben que están invitados
 
Hay que pensar en venir más a La Rioja


martes, 18 de junio de 2013

RESTAURANTE CASA CAMARA. PASAJES DE SAN JUAN (GUIPUZCOA)

La oferta hotelera de Pasajes San Juan es especialmente amplia. Antes de elegir donde comer habíamos, como no, echado una mirada de reojo a nuestra guía de compañía, y recomendaban dos restaurantes. Ninguno era Casa Cámara. Pero en realidad éste es el más famoso, y del que más habíamos oído hablar. Nos asomamos y reservamos mesa.

 
 

La vista de la sucesión de restaurantes desde la plaza es original, casitas pequeñas, con grandes ventanales y metidas en el mar. Al entrar al restaurante la sensación de local tradicional y añoso, desde la puerta con madera y cristal, a los revestimientos de madera y mobiliario escaso.
Al fondo a la izquierda, la famosa "cesta colgandera", como la denomina David de Jorge, que transporta las langostas y cigalas que habitan en el subsuelo del local.

 
 
Como aun no habíamos meditado suficiente sobre la inconveniencia y el aburrimiento adquirido por el uso y abuso de los menús degustación, y en vista de que aquí lo que se oferta es el "menú de temporada", a un precio no demasiado elevado, 36€ con vino incluido, nos decantamos por esta opción.
 
Deberíamos haber hablado antes con los que ya habían pasado por allí, y que a posteriori nos recomendaron haber tomado cigala y un pescado. Pero, a golpes se aprende.
 
De la  lista que conforma el menú de temporada (Aparece en su web) yo elegí un revuelto de cebolleta tierna con carabineros y verduras crujientes y mi compañero de mesa y mantel la sopa de pescado y marisco.
 
Mi plato estaba muy bueno, un revuelto en su punto con la cebolla tierna e intenso sabor a carabinero. Puede en el fondo que demasiado intenso. La sopa, dijo él que tenía mucha zanahoria.
 
 
 
Yo no tenía muy claro el segundo a elegir y seleccione el bacalao al pil pil con piperrada, no sin antes departir con la camarera sobre si el bacalao era de temporada. A lo que ella me respondió que el bacalao era salado y desalado, como siempre.
 
Como siempre no, porque yo he catado bacalao fresco, en casa y fuera de ella, en su correspondiente temporada. Personalmente no me dijo nada el pil pil del bacalao.
 

 
Él pidió una Parrillada mixta, que a saber, consta de bogavante asado, langostino, gambas, almejas, navajas, merluza, chipirones y patatas al ajillo, e incrementa en 6€ el precio del menú.
 
Siempre que realiza elección semejante observo su cara de decepción. Mejor que esta selección es, y me repito, comerse una pieza entera, creo yo. En este caso teníamos además reciente el plato de langostinos del vermú, que habíamos tomado en el Yola Berri, y no pudo evitar hacer alguna comparación, especialmente en lo relativo al sabor, o en este caso a la falta aquí de intenso sabor.
 
 
Postres caseros caseros. Yo leche frita, que estaba buena y él, el postre estrella: un rollo de merengue relleno si bien recuerdo de tutti frutti. Todavía él se relame y revive la cata de dicho postre.
 

Crianza Rioja, con apellido, como no. Alavesa, quero decir. "Heredad Santamaría", cuya cata en lo que a los cinco sentidos se refiere no se correspondía con lo que el etiquetado rezaba. Personalmente no me gustó, nada. Se me ocurren mejores caldos alaveses, asequibles o muy asequibles incluso, que harían mejor servicio y papel. A él no le pareció tan mal, tan mal...


lunes, 10 de junio de 2013

YOLA BERRI. PASAJES DE SAN JUAN (GUIPUZCOA)

Fuimos fieles seguidores de un programa que emitió EiTB llamado "Tu vista de Euskal Herria", y gracias a él añadimos a la agenda muchos rincones nuevos para visitar aquí al lado. Uno de ellos fue el Faro de la Plata de Pasajes que  José Luis Korta eligió como vista favorita. Aun no habíamos tenido ocasión de visitarlo, pero lo metimos en la agenda de vuelta a casa, tras un paseíto por Jaizkibel.
 
Pasajes de San Juan nos pareció un pueblo de obligada visita, más aun al tomar conciencia de lo cerca que está de San Sebastián. Tan cerca, tan lejos durante mucho tiempo en nuestra imaginación. Pintoresco, luminoso, auténtico que dirían algunos, y como todo visitado en un momento ideal: entre semana, y en un junio de tiempo poco agradecido, sin hordas de turistas de pantaloneta.
 
 
Reservamos para comer nada más llegar, y luego nos dimos un paseo por el pueblo. No puede decirse aquí dar la vuelta al pueblo, porque es un municipio dispuesto de forma lineal sobre una de las laderas que conforman una preciosa ensenada litoral. Casas del siglo XVIII, barcos pesqueros entrando y saliendo del puerto sin parar y remeros entrenando.

 
Nos sentamos en la plaza a tomar un vermucito de los de media mañana. En la terraza del Yola Berri. Deberíamos habernos quedado a comer aquí. Disfrutamos mucho de la ración de gambones saturados de mar.  

 
Los empleamos para hacer odiosas comparaciones posteriores...igual no entendemos mucho de mariscos, la verdad, pero este vermú se puede recomendar. No recuerdo bien el precio, unos 8 euros la ración o 7 quizás, pero estaban frescos y no habían tomado sabores de la plancha, y esto ya es digno de destacar...

Son estos placeres asequibles y lugares para apuntar

TABERNA GRAN SOL HONDARRIBIA (GUIPUZCOA): PASAMOS POR ALLI

El barrio de La Marina de Hondarribia es una especie de calle San Juan de Logroño, salpicada de bares de aspecto tradicional, y en este caso sociedades, en la que se mezcla la clientela local con el turista.
 
Aunque tal y como parodian los de Vaya Semanita, los autóctonos gustan poco de acompañar los caldos con productos sólidos, y se agrupan en la calle en cuadrillas vaso ancho y rebosante en ristre. Creo que casi siempre rebosante de Txakolí, de Guipuzkoa.
 
Cuadrillas mayoritariamente masculinas, de hombres que me parecieron altos y paseando el jersey a los hombros a pesar de la baja temperatura.
 
Entre las tabernas de la calle San Pedro encontramos el laureado Gran Sol, abierto un lunes a pesar de que no es eso lo que reza su Web. Me quede sorprendida de encontrar un bar marinero, pequeño, forrado en madera y sin un solo detalle de modernidad estética. Mi enhorabuena por no perder la identidad. Que parece que en un local tradicional no puedan venderse los más selectos y elaborados platos.
 
Nos tomamos solo una ronda y optamos por un par de clásicos de la barra, la bola de carne picante y queso (De verdad) y un pincho de berenjena y gamba. Buenos pero claro, sin más. Tendremos que escaparnos de nuevo por allí para tomar alguno de los pinchos mas elaborados, que nos comentan por aquí que no hacen un buen champiñón relleno, y unos sabrosos huevos con migas.
 
 

Siempre está bien dejar algo para tener la excusa de volver...

viernes, 7 de junio de 2013

RESTAURANTE ALAMEDA HONDARRIBIA (GUIPUZCOA)


Llegamos a una Hondarribia que nos recibe gris y ligeramente lluviosa. Pero con un gris cálido, incluso brillante y una temperatura muy agradable.
Llegamos abrumados por las recomendaciones gastronómicas que nos hacen los asiduos al lugar. Todas diferentes: Que si Laia, que si Arroka Berri, que si Beko Errota, que si Gran Sol..
Ninguno nos ha recomendado el Restaurante Alameda. Tiene fama de ser el mejor. Y generalmente esto implica, en el imaginario popular, que es muy caro. Aunque yo, antes de salir, he leído la crónica sobre el Jaizkibel que publica Igor Cubillo en Lo Que Coma Don Manuel. Y así me he enterado de que en el Alameda, con sus soles y estrellas hay un menú por unos 35 €. Este es su terreno más que el nuestro así que nos dejamos guiar.


El menú se llama Gartzinea y sale por 35 € más IVA, a lo que hay que sumar la bebida.

No llevamos una indumentaria muy "ad hoc" a lo que imaginamos correspondería por la categoría del local, y dudamos un poco si entrar.  Pero finalmente nos decidimos. Y la elección fue definitivamente un acierto.
 
El restaurante ocupa una sala acristalada, de techos altos con vigas vistas. Está ligeramente decorada, y lo mas llamativo son quizás unos grandes telones grises que enmarcan los ventanales y contrastan con el intenso verde que proyecta el jardín circundante. Las mesas están vestidas con grandes manteles blancos, son amplias y el vecino más próximo está muy lejano.

Nos recibe uno de los hermanos Txapartegui, que en la particular función de la que somos espectadores representa el papel de responsable de comedor. Tenemos un lugar privilegiado desde el que podemos observar el entrar y salir de la cocina de los camareros, correctísimos, educados, simpáticos.., que distribuyen los platos entre los comensales, bajo la atenta supervisión de la "Prima Donna" de la obra. Me fascina esta mujer a la que llaman "Tía Marivi". Una figura que deambula entre las mesas como una estricta directora de escena. Ataviada con un abrigo tipo Chanel, que seguramente lo fuera. Con mocasines de corte masculino y marcado corte de pelo a lo paje. Aparentemente hierática, y con un  caminar extremadamente erguido, confiere a la escena el aspecto de estar presenciando no un estreno, sino un ensayo general.

Esto crea una sensación de comodidad que no he sentido en otros lugares. Tanto o menos renombrados que este, pero al menos igual de caros, donde el encorsetamiento y la rigidez cortan un poco al comensal. La verdad es que la atmosfera es muy distendida.

Pedimos el citado menú que estaba compuesto por:

Crema de guisantes con espuma de hinojo como aperitivo
Arroz con chipirones
Mero con verduras
Lomo de vaca asado con pastel de patata y beicon, y
Torrija caramelizada






 
Lo que son las cosas. Nos gustó el menú en su conjunto, unos platos más que otros claro, pero sin embargo concluimos que desde este momento abandonamos los menús degustación.
 
Después de decidirnos a entrar, de ver los precios de la carta, de ver desfilar otros platos y de probar un poco de todo, pensamos que deberíamos habernos dejado llevar y pedir cigala, (15€ media/ 28 entera, la ración), pescado del día, porque el mero estaba para comer y no parar y por ejemplo la torrija.
 
Fallamos con el vino, un Viñas de Gain de 2010, vino que nos había gustado, pero que en esta añada aparece con más grado de lo habitual (14.5) y con el alcohol del grado poco enmascarado además.
 
Meditamos nuevamente sobre los márgenes del vino Rioja fuera de su lugar. Exagerados a nuestro entender. Y mas ahora tal y como están los tiempos y algunas bodegas de inversores que durante una época jugaron a ser bodegueros.
 
Volveríamos al Alameda. Quizás si volvamos.
 
PD: Merece la pena leer la crónica que David de Jorge hace del lugar.