martes, 29 de enero de 2013

EMBUTIDOS MELSA. GRAUS. (HUESCA)

Una de las principales actividades económicas de zona más meridional de la comarca oscense de la Ribagorza, es la cria de ganado porcino. Y en el municipio de Graus, existen además varias empresas de elaboración de embutidos asociados al cerdo.

Aunque hasta nosotros sólo habían llegado los ecos de la famosa longaniza y su record guiness,  la carta  de productos que elaboran éstas empresas es muy extensa. 

Al pedir recomendación sobre dónde adquirir la afamada longaniza fresca, la respuesta unánime de nuestros acompañantes fue que debíamos probar la de Melsa 

Embutidos Artesanos Melsa es una de las varias casas de embutidos que se ubican en el municipio de Graus, y por lo que hemos podido comprobar, la mas conocida. David de Jorge, Robin Food, ya hablaba de Melsa en su blog hace unos años. 

Su fama ha posibilitado que  recientemente esta casa haya abierto una sucursal en la Avenida Goya de Zaragoza, que por lo que pudimos intuir llena de orgullo al carnicero que lleva las riendas de este  longevo negocio familiar, "Pepe" Melsa.

 

Nosotros adquirimos solo una pequeña selección de productos típicos de la zona: 

Por supuesto longaniza fresca de Graus, que asamos debidamente al sarmiento en cuanto llegamos a casa. Nos quedamos sorprendidos de la ligereza del producto en relación a su condición de embutido, y lamentamos no habernos atrevido a probarla en El Capricho de Lola. pensabamos que tardaríamos en digerirla demasiadas horas.

Compramos también longaniza curada, que nos resultó también un producto suave, y proximo al fuet. Debimos comprar una mas grande porque nos duró dos días. Un queso de oveja de la cercana comarca de la Litera, bastante rico, y uno de los productos estrella de la casa: Gallina trufada.

Esto de la gallina es un embutido totalmente desconocido para nosotros, resultado de embutir solomillo y jamón en una gallina deshuesada, después de haberlo aderezado todo con otro de los productos más conocidos de la Ribagorza: la trufa negra. Un embutido curioso cuando menos, que por lo que sabemos hace las delicias de algunas personalidades.

No compramos chireta ni tortetas, pero deberiamos haberlo hecho.

Tendremos que dejarnos caer por Zaragoza

viernes, 25 de enero de 2013

RESTAURANTE TREINTAYTRES. TUDELA. NAVARRA


El pasado sabado tuvimos por fin la ocasión de conocer el restaurante 33 de Tudela. Una oportunidad que llevabamos esperando ya demasiado tiempo. Llegamos hasta su puerta convencidos de que no era posible que lo hubieramos encontrado tan facilmente en la laberíntica Tudela, y algo sorprendidos porque el restaurante está situado en una pequeña calleja digna más bien de las traseras de un afamado sitio como este, que de su puerta principal.
Nos encontramos con un comedor agradable, moderno y luminoso, en el que destaca una vinoteca acristalada de grandes dimensiones que cubre todo el fondo de la sala.

Aproximadamente dos tercios del aforo completos.

Nos recibe el jefe de sala y nos acompaña a la mesa, y nos decidimos sin pensar por el menú degustación de verduras. Un menú compuesto por un total de ocho platos de verdura y un postre por unos 40 euros, a los que habrá que sumar la bebida y cafe. En total para dos 102€

Al consultar la carta de vinos, extensa y con referencias de bastantes denominaciones nacionales, y con un listado de vinos del mes, nos quedamos perplejos. Mas que una carta con opciones parece una carta disuasoria, en la que los precios de los caldos están a nuestro parecer demasiado hinchados. Por poner un ejemplo:un conocido Rioja nuestro, Puerta Vieja, sale por unos 18 euros la botella.

Entendemos que no podemos comer sin vino, o con cerveza, como observamos hacen muchos de los comensales, asi que pedimos media de Viña Salceda y agua. Mejor para nuesros puntos del carné.


El espectaculo comienza inmediatamente, y nos lanzamos a degustar sin descanso los siguientes platos:

1. Ensalada de cardo rojo con aceite de oliva virgen extra, aceite de olivas negras y ligero toque de ajo.

Un entrante fresco, crujiente, original, sorprendente y bien presentado. Nos cuenta la hija de los dueños del local que esta variedad de cardo es la única que permite su ingesta en crudo, y que es una variedad que se cultiva en un reducido entorno geográfico. Incluso nos muestra unas fotografias de su huerta, en las que unas altisimas plantas de cardo ojo asoman desde un montón de tierra que las protege.


2. Crema de calabaza amarilla.

Un plato que agrada a la vista, con un amarillo al que la fotografía no hace justicia. Suave pero con un reconocible sabor a calabaza.


3. Laminas de patata confitadas en aceite de codillo de jamón, con borrajas.

De este plato, con gusto me hubiera comido tres. La borraja finisima, con un bonito color verde y una textura perfecta combinada con la suavidad de la patata y la crema. Indescriptible.


4. Ajetes tiernos fritos dos veces.

Para mi un sabor conocido pero demasiado fuerte. Me deje uno de tres, que aun así no quedo en el plato porque siempre hay quien tiene hueco para un bocado más. Para mi el plato más flojo, y no por menos elaborado.


5. Ravioli de pasta de arroz, relleno de espinacas, morrillo de salmon ahumado sobre crema de champagne y remolacha.

Un bocado suave, con una textura muy ligera, aunque con intenso sabor a espinaca. Este, a pesar de la elaboración y presentación perfectas, no me dijo demasiado.



6. Pencas de acelga rellenas de jamon iberico y voulet de hongos con salsa holandesa en pomada.

Otro de los que podría haber repetido. Una penca suave con un relleno y una cobertura de sabor intenso. Muy buena

7. Corona de alcachofas con foie fresco y puerro crujiente

Hay quien critica que sacar este plato a estas alturas de la función es demasiado. A mi me gustaron bastante, aunque es una forma de presentar la alcachofa un tanto brusca, porque se esta habituado a comerla muy cocida y con algo de jamón o similar. Estas son como bocados crujientes de alcachofa, que pueden hacerse demasiado densos.



8. Pochas de Tudela a la forma tradicional, con espinacas y piparras encurtidas.
El punto y aparte del menú. Pochas muy buenas, con muchisimo sabor. Se llega justito de capacidad a estas alturas del menú, así que quizás muchos comensales no les hagan el aprecio debido.
Las acompañan de guindilla en vinagre. A nuestro entender no pega mucho en este menu y a estas alturas sobre todo.


A comentar: Además de los camareros y el jefe de sala, parte de la familia que regenta el establecimiento se pasea entre las mesas, para asegurarse de que el comensal está satisfecho con el menú, y para brindar explicaciones de cada uno de los platos y de los productos de la huerta.

A mi, que ultimamente casi todo lo veo bien, no me molestaba demasiado, pero por los comentarios que hemos recogido de otros amigos y clientes del 33, a veces son un poco pesados. La verdad es que siendo un menu degustación, la degustación en si queda muy completa con el añadido de las explicaciones. Además hay quien esto de la huerta lo considera un exotismo, y me imagino que saldrá maravillado. A nuestros vecinos de mesa que nunca habían visto una borraja, les sacaron la planta para que la vieran y todo.

Como punto final, el  menu incluye un postre a elegir de la carta.  Yo me equivoque y pedi trufas rellenas de cabello de engel, que ojo, estaban buenas, pero nada comparable con el plato de higos confitados rellenos de queso que se pidió el de enfrente. Espectaculares.



 Comimos muy bien, salimos ilustrados en algunos aspectos relativos a las verduras que no conocíamos, con poco vino en el cuerpo y con la información adicional de que además del 33 esta familia lleva las riendas de Casa Lac en el tubo de Zaragoza, donde puede comerse el menu de restaurante o tapear en su gastrobar. En la carta estos platos que hemos probado aqui en Tudela y otros muchos. Para el proximo equinocio, el de primavera, inaguran también en Madrid, en la zona de la Plaza Santa Ana. Un local para acercar la verdura a la capital en plan asequible, y con el reclamo de lo verde. Y al parecer con un nombre en inglés.

jueves, 24 de enero de 2013

ACEITES DE LA RIOJA VII: OLEUS.

Oleus es una de las tres marcas que tiene en el mercado la empresa familiar Almazara Riojana. Una pequeña empresa situada en Aldeanueva de Ebro, que por lo que hemos conocido a través de su página web, está inmersa no sólo en la elaboración de aceite, sino también en la promoción del turismo oleícola. De hecho, ofertan paquetes temáticos que incluyen desde el conocimiento del olivar y la almazara, hasta las catas de aceite y cursos de cocina.

Encontramos Oleus en la Alcuza Riojana en formato de 500 ml y nos costó 5,50€. Y hemos de decir que de los aceites riojanos que hemos probado hasta el momento, este es el que más nos ha gustado.

Es un aceite de arbequina, que ellos describen en su ficha de cata como de amargor y picor medios en boca, y aromas a platano verde, alloza, manzana, hierba verde y tomate. Alloza, según el diccionario de la RAE es almendruco, además de un pueblo de Teruel.

La verdad es que es un aceite de color dorado y un sabor muy agradable un olor dulzón.

Nosotros, que no somos "fans" del vino de La Rioja Baja, a pesar de las dimensiones y del nombre que van adquiriendo algunas de sus bodegas y cooperativas (cosas dle marketing intuyo) reconocemos que en estas tierras se hace sin duda buen aceite. Mejor que en Haro.

Zapatero a tus zapatos, dicen.

miércoles, 23 de enero de 2013

HOSPEDERIA DE RODA DE ISABENA HUESCA

Alejado de las rutas de paso habitual, y situado a desmano de todo en realidad, Roda de Isábena es un pueblo precioso, dispuesto en lo alto de un promontorio desde el que se domina la cuenca del río Isabena.

Es un municipio pequeño, con casas y calles de piedra, en el que duermen a diario no mas de cuarenta habitantes y que parece un decorado de cine al que le hayan añadido, como un desproposito, una imponente catedral románica.

 Alojarnos en la Hospedería nos da opción a cenar en su restaurante, que ocupa el refectorio del claustro de la catedral. 

El restaurante aparece en nuestra guia de cabecera, la Repsol. La verdad es que el sitio es merecedor de aparecer en ella simplemente por la oportunidad de comer en un espacio tan impresionante como este.

A la solemnidad propia del sitio hay que sumarle la musica ambiente, en la linea de las cantigas de Santa María, y como se diría ahora "bien maridada" con el espacio.


Facilmente puede uno imaginarse comiendo cordero con las manos, perdón, aquí ternasco,  a los obispos que se reunian en esta sala, y de cuya embergadura puede hacerse uno a la idea al visitar el interior de la catedral.


Vino de la tierra, Somontano. Esta vez Viñas del Vero rosado. Decisión un tanto desacertada por lo excesiva que resulta a nuestro paladar la alta graduación de un vino que asociamos con algo más ligero y fresco.

Omnipresentes en aragón las aceitunas como entrante, cosa que agradezco.

Tienen menú, pero elegimos la carta.
 


Raciones opulentas, con ingredientes sencillos pero bien preparados. Un servicio agradable.
La ensalada con queso de cabra y frutos secos muy correcta. La sepia con su presentación incluida, de nota.


Entrecot de ternera de Casa Manolet, de pirenaicas del valle de Benasque, que nos sirve de reclamo. Una carne de textura y sabores muy suaves. Aunque la ración, tostada a la parrilla, resulta excesiva de nuevo. (No es una queja, no se vayan a pensar)

Esta ternera puede adquirirse en venta directa por canales o medias canales a nueve euros kilo, despiezada y envasada, tal y como puede verse en su web.

De postre natillas, riquisimas (las recomiendan en la guia) y tarta de queso casera, buena pero sin más. Todo por 50 euros. El menú no llegaba a 20 por persona.
Un rincón agradable en el que perderse, intuyo que mejor fuera de temporada, e ideal para meditar, relajarse, saborear el entorno proximo y deleitarse con una buena comida.

lunes, 21 de enero de 2013

RESTAURANTE EL CAPRICHO DE LOLA. GRAUS. (HUESCA)

El trabajo me brinda esta vez la oportunidad de conocer Graus, la capital de la comarca oscense de la Ribagorza. Un municipio prepirenaico al que llegamos remontando el río Esera, a través de un bonito desfiladero que termina en un corto, pero sinuoso tunel a los pies de la presa de Barasona.
El municipio que despidió a Joaquin Costa nos sorprende con su econdida plaza porticada. Escondida a los ojos de quien lo acepta como un municipio de paso sin más en su camino hacia el Pirineo, y no osa visitarlo. Sin embargo esta plaza con sus callejuelas adyacentes forman un conjunto de esos que acreditan a esta provincia como la de la "Magia".


Compartimos mesa y mantel con un grupo de ya amigos oscenses, entre los que hay "homus pirenaicus", "modestos albañiles" e incluso politicos relevantes, que nos conducen a uno de los restaurantes de la localidad, El Capricho de Lola, del que previamente ya habíamos obtenido recomendación. 


Es un restaurante de estilo moderno, que podríamos decir que desentona con el aire de la localidad, en la que destacan también en esta linea los "soberbios" escaparates de las carnecerías. (Como se dice en estas tierras)

Tomamos mesa en un comedor pequeño y luminoso y nos recibe una discreta y sonriente Lola. Nos presenta una carta de menú del día con cuatro primeros y segundos y un vino de la casa, que resulta ser un agradable Montesierra joven de las Bodegas Pirineos. Somontano, como no podía ser aquí de otra manera.

Yo me pedí unos guisantes con chireta, un producto típico de la gastronomía de la región, que nuestros anfitriones definieron como manjar. Y efectivamente el sabor de esta tripa de cordero fritas, rellena de arroz y menudillos es espectacular, y combinaba muy bien con el plato de lugumbre.

 Mi  compañero de fatigas se decantó por unos huevos a la aragonesa, y acertó sobradamente con su elección, porque verdaderamente estaban tan buenos como puede reflejar su imagen. Un par de huevos escalfados con garbanzos y longaniza de Graus, que en absoluto resultaban pesados.
De segundo él se pidió para compensar ,un plato de ventresca a la plancha, y yo un pollo relleno de manzana y acompañado por una salsa de cebolla caramelizada, que estaba realmente buena. No me atreví con el plato de longaniza, imaginándome que sería un producto más grasiento, pero me equivoqué, porque en realidad el producto tiene la fama que merece, como pude comprobar después.

 Y de postre tiramisú casero. Todo por 14 euros de menú. Así que la relación calidad precio inmejorable.
Buena compañía y buena mesa. no se puede pedir más.

miércoles, 16 de enero de 2013

DE PINCHOS POR PAMPLONA II

Para nuestra última comida del año elegimos ir a tomar unos pinchos a la "Capital del Reyno".

Ambiente navideño contenido en lo que a ornamentación municipal se refiere, exceptuando la fachada del ayuntamiento, el Arbol de la Plaza el Castillo y el mercado de navidad poco transitado en la misma, al menos en el horario que nosotros lo visitamos.

Fila en la calle para comprar embutidos ibéricos al corte, y fila para los garroticos de Pastas Beatriz de la calle Estafeta, amenizados por un cantante callejero que canta canciones de Tahures.

Transeuntes ataviados de manera elegante y desfile de bolsas de firmas de moda y complementos importantes.
Un tanto indecisos dirigimos nuestros pasos a Chez Evaristo, en Estafeta. Un local alargado y un tanto oscuro, pero con una barra de pinchos bastante digna. Y ademas con mesas para sentarse. Hay bastante público local y también extranjero.
Tomamos un par de pinchos: Una penca rellena de espinacas (que ya conocíamos)  y un tomate relleno de jamon y queso.



Los dos muy buenos, suaves y de buena racion.

Nuestro apagado espiritu de aventura nos hizo acercarnos al Gaucho, pero la sola contemplación de las hordas de  gente que luchaban por un pincho en su barra, nos hizo apartarnos del conservadurismo y cambiar de aires. Así que cruzamos la plaza y nos plantamos en la calle San Nicolás, en la Mandarra de la Ramos.

Otro que estaba que no cabía un alma, pero con un poco de paciencia nos hicimos sitio en la barra y nos tomamos una tosta de verduritas y una bola rellena de pimiento y carne. Una bola que ya podían probar los de la Taberna del Tío Blas de Logroño para que vieran lo que es una buena bola.(Su bola fue para mi decepcionante)




Un poco agobiados por la cantidad de gente que abarrotaba los bares pamploneses decidimos pedir consejo a unos de nuestros gurus gastronomicos locales y encontramos una muy buena alternativa para tomar algo: La Barra del Melbourne.
Algo apartada del jaleo, pero con un ambiente selecto, un local agradable, sin aglomeraciones, con sitio para sentarse y unos camareros muy majos. Y los pinchos recien hechos.

 Tomamos un ajoarriero impecable, y un carpaccio con stilton que no desmerecía nada.

Y para terminar volvimos al Gaucho a comer erizo. Ya se había vaciado un poco.

Todos los pinchos con vino de Navarra. Y para colofón un cafecito en el Niza y a casa a cenar y a despedir el año.

Es un lujo vivir en este entorno.