viernes, 9 de diciembre de 2011

DE NUEVO EN MARINÉE LOGROÑO

Definitivamente somos animales de costumbres.

Nos dirijíamos ayer muy convencidos hacia el Espolón de Logroño, con la intención de entrar a comer por fin en el último restaurante de "Francis Paniego": Tondeluna. Por el resultado final este convencimiento no era tan sólido, como representaba la decida cadencia de nuestros pasos al caminar.

Posicionados frente a la carta que se exhibe en el exterior nos asaltaron muchas dudas, algunas ya repetidas.

Tondeluna es un espacio diferente, no hay duda.

Empezando por que pertenece a un galardonado con Estrella Michelín. Como ya he citado en algunos "posts" anteriores, esto es un elemento de freno en si mismo, puesto que estas "Segundas partes" siempre me resultan sospechosas: Los grandes cocineros, en sus segundos locales ¿¿ponen sólo el nombre o están también en la cocina?? Y aqui viene la pregunta: ¿No será mejor subir directamente a comer al Echaurren a Ezcaray? Bueno, pues ya está liada.

También por su aspecto: en pleno paseo del Espolón una gran cristalera deja visto el interior de un luminoso y sereno restaurante, decorado en colores muy naturales, y en el que una sucesion de bancadas en paralelo se disponen hasta el fondo del local. Bancadas que recuerdan las mesas de un comedor escolar. Quizás esta disposición resulte un poco fria para ir a comer en pareja, y este es otro de los elementos de freno que encontramos ayer.

Y finalmente está el consabido miedo a pagar y quedarse con hambre. Esto no importa si uno está convencido de ir a pagar por probar, por el simple capricho de comer en el restaurante de un cocinero de tanto prestigio, y encima al lado de casa.  Pensabamos comer un menú digamos que degustación, de unos 25 euros creo, pero la carta no nos resultó muy clara: hablan de dos tipos de menú en los que se puede elegir entre varios platos de la carta: casi todos menos los del asterisco, la copa de vino a dos euros, el pan también aparte....en fin, que de nuevo no nos convenció la idea. Aunque seguro que lo intentaremos en otra ocasión.

En fin, que giramos sobre nuestros pies y nos dirijimos a la Plaza del Mercado a reservar una mesa en el Marinée. Algo más modesto aparentemente, aunque yo creo que está en el mejor sitio de la ciudad. Y como ya he comentado anteriormente, tiene un menú de los de "acierto seguro".

El precio sigue siendo 18+iva, al medio día, e incluye primero, segundo y postre, y además una botella de Rioja para dos.
Esta vez se podía elegir entre un crianza que si no recuerdo mal es Hacienda López de Haro de Bodega Classica, o uno de los caldos jovenes de moda: El Guia, de bodegas Finca de la Rica de Labastida (Alava). Y digo de moda porque lo hemos pedir en algunos bares de Laurel sin ir más lejos, y porque es de maceración carbónica y con sabor a levadura "estilo Luberri" para los no tecnicos.
Los platos a elegir en la linea de siempre. esta vez nos decantamos por un primero suavecito y de temporada: verduras "al dente" (coliflor, brocoli, alubia verde...) con espuma de pure de patata y lascas de jamón. Realmente bueno.
De segundo bacalao con langostinos y algo de mejillones y confit de pato. Bueno también.

Lo que menos nos gustó el postre, y así se lo hicimos saber al cocinero cuando salió a interesarse por el resultado del menú: el postre no estaba malo ni mucho menos, pero le sugerimos algo más dulce para otra ocasión. Lo dicho, que relación ubicación servicio calidad precio: impecable.

 

jueves, 8 de diciembre de 2011

EL RINCÓN DE ALBERTO: UNA APUESTA POR EL PRODUCTO

Estos días ha abierto sus puertas un nuevo bar en la calle San Agustín de Logroño: El Rincón de Alberto.

Por lo leido, y posteriormente comprobado, el local quiere diferenciarse de la oferta de la calle Laurel, por ofrecer fundamentalmente productos de calidad. La intención se hace patente nada más acercarse a la pequeña barra que bordea su cocina vista al publico: la pieza de cecina que se exhibe despierta el gusto y el olfato, al igual que la amplia tabla de buenos quesos del mismo mostrador.

La vinoteca es también amplia, y no solo como escaparate de promoción de los vinos, puesto que pudimos comprobar que existe la posibilidad de elegir un vino, previa recomendación o no del propio Alberto o de su camarera.

La atención y el trato al publico, al menos en el tiempo que estuvimos fue excelente.

Sirven raciones, por medias o enteras, y tapas de una amplia variedad de productos, que van desde unas croquetas caseras a unas carrilleras o unas patitas, sin olvidar los platos de embutido. Marisco, por lo visto, hay los viernes.

La tapa de anchoa, que rezuma calidad, a la vista y en la boca, sirve por si sola como declaración de intenciones.

La carta se presenta de forma original, manuscrita, como si de un borrador se tratara, sobre las paginas de una agenda.

A nuestro parecer, esta apuesta por los productos, aunque de agradecer, nos parece algo arriesgada.   Más teniendo en cuenta las reducidas dimensiones del local. Y mira que somos especialmente criticos con el poco trato de favor que da la hostelería al vino en la capital de La Rioja, y en particular en el escaparate que es la calle Laurel. Pocos son los bares que sirven por defecto un buen Rioja, aunque sea cosechero, que buenos los hay y muchos, y en una buena copa.

Siguiendo con el argumento, Laurel es un entorno que funciona mucho bajo la premisa de un bar un pincho, o a lo sumo dos o tres especialidades. Y de primeras parece que esta opcion que nos brinda El rincón de Alberto pueda no encajar en este rol. Quizás es cuestión de concepto, puesto que he visto como otros blogs, como nariz de oro, lo encumbran como "gastrobar", y yo no diría tanto.
Aunque por el momento parece que no estamos muy acertados con este pensamiento, puesto que en las dos ocasiones que hemos visitado el local, a medio día, y entre semana, el publico no ha faltado. Con la peculiaridad de ser un publico de mediana edad, diría que local, o regional,  y con no poco poder adquisitivo. Ojo, que en sus precios el local no es abusivo.  

Decir además que hace también las veces de resyaurante, ya que se puede comer por raciones y tapas en una de sus cuatro mesitas, y sin más, desear exito a la inciativa y al emprendedor que en estos tiempos apuesta por trabajar en lo que cree y por abrir un negocio.