martes, 10 de abril de 2012

RESTAURANTE "DE PERDIDOS AL RIOS" LOGROÑO

Desde su apertura en la calle San Agustín, el comedor de este restaurante figuraba en nuestra lista de pendientes. Especialmente desde que probamos sus pinchos de arroz en la barra y nos dejaron un buen sabor de boca.
Teniendo en cuenta el tirón de la calle San Agustín, su ubicación es muy buena. El restaurante se distribuye en cuatro plantas: la barra en planta calle y tres comedores en distintas alturas del edificio que ocupa, a las que se accede a través de una escalera de caracol. La accesibilidad a las distintas plantas se ha resuelto con la disposición de un original y escueto ascensor "panorámico" que ocupa el hueco central de éstas escaleras.
Los comedores conforman espacios coquetos y luminosos, pese a lo reducido de sus dimensiones.  Y ya que una imagen vale más que mil palabras, las descripciones arquitectónicas quedan bien reflejadas en el siguiente video de Youtube:


En lo gastronómico, decir que probamos su menú especial de 16 euros, que incluye, como debería ser costumbre por estos lares, vino Rioja. En este caso un Carlos Serres de año. Una de mis etiquetas favoritas.
Aunque había variedad para elegir, lo más demandado entre los primeros, y a la postre lo más acertado fue sin duda su rissotto de hongos y foie. De sabor suave y textura ligera. Fallamos con el plato de cardo, que había perdido su blancura por un tono más verde y un sabor pelín amargo. Ya no es temporada...

En los segundos también encontramos desequilibrio en cuanto a los resultados. Lo más elogiado el secreto con arrope de mosto o similar, que creo puede tomarse como pincho en la barra de la planta calle. Lo más llamativo para la vista, los chipirones. Y sin duda lo más desacertado la abundante ración de bacalao Skrei. Ese bacalao tan ponderado y etiquetado como quinta esencia gastronómica, que en nuestro país comercializa principalmente Eroski. Como alternativa al tradicional bacalao yo personalmente prefiero un abadejo.
Su olor inundaba todo el local desde el principio de la comida, peor aun así el bacalao tiene su iman...pero no fue una gran elección.

Los postres desiguales y flojitos para no ser un menú basico: helados de vainilla, eso sí, bien presentados, zumo de fresa y una indescriptible espuma de yogur, (ver imagen) que ensombreció el final del menú.
El servicio fue muy bueno en cuanto a la atención, y aunque para algunos la presencia en la sala del cocinero hubiera sobrado, él también estuvo simpático.
De momento lo dejaremos en que lo están intentando, y en que parte de la oferta es acetada.
Quizás en otra ocasión entre en nuestra guía de favoritos, pero no de momento con ésta desigual experiencia.

VG