viernes, 19 de junio de 2015

EL TIMONEL. PEÑISCOLA (CASTELLON)

Este año y no sin cierta fortuna hemos conseguido, por fin, mesa en el afamado Timonel de Peñíscola. La única Jatexea declarada en estas latitudes.

Esta casa de comidas se ha convertido en lugar de peregrinación de los numerosos vascos, navarros y riojanos que eligen este municipio como lugar de vacaciones. Gentes estas que al parecer encuentran más placer en la cocina, que no el producto, del norte, que en la mediterránea. O en lo que por ahí se oferta como Mediterránea.

Sospechosamente escondido en una calle más que secundaria de un barrio de apariencia humilde y escasamente frecuentado por turistas, un discreto y elegante cartel en la fachada anuncia Timonel.


Una sólida puerta de madera nos conduce al interior de un sobrio e inmaculado local. La oferta de vinos, amplia y apetecible se exhibe en pizarras en la pared trasera del mostrador. Muchos riojas.
Sobre la barra algunos pinchos, y una tortilla de chorizo. Entiendo que el medio día no es la hora de alternar en estas playas e imagino una oferta mayor de pinchos al atardecer.

Tomamos asiento, acompañados por un correcto maestro de sala que nos invita a seleccionar raciones de la carta para compartir. Sin prisa. Elegimos cuatro platos que el nos recomienda sean solo tres.

Hay muchos platos apetecibles en carta. Pero sabiendo que el arroz se sirve blanco y no teñido con colorante amarillo, lo elegimos. Arroz con almejas. Servido en sartén arrocera y en un volumen tan exagerado que bien comerían aquí tres más que dos.



Perfectamente distinguible el sabor de los bivalvos, abundantes en el plato.




A continuación chipirones encebollados. Altamente recomendables, destacando nuevamente el sabor y texturas del producto sobre los aderezos, que en este caso acompañaban más a las cabezas y tentáculos que al cuerpo del calamar.






Finalmente el “sumun”. Patas de cerdo a la brasa. Servidas sobre parrilla con brasa de madera, que no carbón de bolsa. Simplemente espectaculares.

Originales, simples y sabrosas. Desde luego trataremos de emularlo en nuestras propias parrillas, aunque por lo que nos contaron asiduos comensales, no es esta cosa fácil de replicar, aunque lo parezca.



Peras al vino, perfectas como colofón final y vino, durante toda la comida de Briones. Vivanco crianza.



El homenaje no llego a 30€/persona. Salimos más que llenos y más que satisfechos.Sólo nos quedo una pena: Haber podido conseguir uno de esos rodaballos frescos que vimos servir, pero que para cuando llegamos tenían ya nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario