Tal y como se indica en su página Web, las Halconeras de Sancho IV son una Granja Escuela donde, con mayor o menor acierto, se pretende retrotraer al visitante a la Edad Media. En particular a la corte del Rey Sancho IV "El de Peñalen", llamado así porque éste término del municipio de Funes, fue el lugar donde este rey halló una inesperada muerte, a mano de su propio hermano.
El recinto, artificialmente amurallado, alberga varios tipos de animales en cuadras y jaulones. Principalmente animales de granja y aves rapaces destinados a fomentar la educacion ambiental. Además, y como corresponde a un establecimiento de este tipo, en el recinto se oferta la posibilidad de realizar multiples actividades de turismo activo y de naturaleza en el entorno de los sotos de Funes.
Además de esta oferta las Halconeras ofrecen, previo encargo, un servicio de restaurante orientado a grupos. Y fue este el principal motivo de la visita de los "Azk" a espacio tan singular.
El menú se sirve en un salón revestido de falsa piedra arenisca y decorado austeramente con algunos blasones, que tratan de emular los medievales salones de la corte de Sancho.
Por encargo se sirvió para empezar una selección de entrantes al centro:


Brochetas de gambas y alcachofas en conserva rebozadas, con un toque de miel, que estaban bastante buenas.
Pulpo a la granja: Un pulpo de calidad excelente, con un toque de plancha y presentado en su punto, acompañado de sus correspondientes patatas. "Aunque siempre hay quien lo prefiere servido a la gallega"
Zamburiñas con salsa marinera y gambas a la plancha.
Toda la comida estuvo acompañada de vino joven de la D. O. Navarra "El Viejo Templo".
Además había varios segundos a elegir entre los que podemos citar el gorrín asado con papatas, la lubina y el solomillo con foie.
Aunque sin duda, el exito se lo llevó el chuletón de vaca a la brasa, servido previamente troceado y en su correspondiente plato de barro caliente. La ración a compartir para dos, aunque en el precio previamente concertado del menú (35€), se incluyó una segunda vuelta de chuletón para compartir para que nadie pudiera quedarse con hambre. Todo un detalle.
Postres variados y acertados, que iban desde un cocktail de piña natural a una torrija, destacando en este apartado la tarta de queso Idiazabal, acompañada de una fina salsa con toques de membrillo. Sólo por esta tarta, las halconeras aprueban como restaurante.