De vuelta a casa qué menos que parar a dar una pequeña vuelta por Jaca. La verdad es que así a plena luz del día la ciudad me decepciona, a pesar del buen recuerdo que me quedaba de ella. El centro me resulta un tanto decadente, los alrededores de la Catedral peatonales sí, pero poco cuidados si hablamos de estética y urbanismo; el resto de la ciudad victima de la costrucción de fin de semana y temporada de esqui: una verdadera pena si consideramos lo que podría haber sido estando tan cerca del Pirineo.
Decepciones aparte y confiando al menos en que los postres no nos decepcionen, pinchamos algo en el tipico Casa Fau de los soportales de enfrente de la Catedral: fritos varios y cómo no, caracoles a la plancha con ali oli. Solo diré que traicioné el conocido lema de comer caracoles sólo en casa de madre y pague un poco por ello, porque me acordé a cada bocado de mi falta y encima los caracoles no me entusiasmaron demasiado (a pesar de ser un plato muy demandado en el lugar)
El jaqués de la Suiza cumplió las expectativas y las coronitas de Santa Orosia de Casa Echeto me hicieron olvidar todo lo demás.
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