Burgos es una ciudad atractiva en lo cultural y también en lo gastronómico, y con mejores espacios para comer, siempre a mi entender, de los que releja mi famosa guía de cabecera 2011.
Una opción atractiva para el visitante es sin duda dedicarse a pinchar en los bares situados al pie de la mismisima catedral, entre los que están la Mejillonera, en la que además de una racioncita de mejillones no hay que dejar de probar sus patatas bravas con esa salsa "mayonesa" tan especial, El Morito, si es que uno consigue entrar, La cabaña Arandina... y yendo un poco más allá, pasando por la Plaza Mayor, pasar por la calle San Lorenzo a comerse un tigre en Los Herreros.
Volviendo a los pies de la catedral no hace mucho nos tocó cenar de nuevo en grupo en el Restaurante Gaona, cuyos pinchos también tienen buena fama. Cenamos el que se ofrecía como Menu Especial, por unos 18 €, incluido crianza rioja (de Navarrete) y en el que se ofertaban varios primeros, segundos y postres, de estos ultimos y pese a la reserva con antelación algunos no estaban disponibles.
Ensalada Templada |
El espacio en sí no me resultó atractivo: un comedor con años y decoración pobre y apagada, que se ha pretendido mejoraren el espacio de barra con alguna vitrina luminosa. Parte del servicio correcto.
Puerros rellenos de marisco |
Cesta de boletus |
En cuanto a lo servido diré que el restaurante peca, como otros muchos, de querer desmarcarse de su linea tradicional con alguna pincelada de nuevas tendencias, incluyendo la temible artesanía del boletus, la arquitectura de ensalada y otras artes similares: un error. Para mi, lo mejor la morcilla y el solomillo de ternera, con pimientos y patatas, que estaba bastante bueno.
El resto: platos desiguales, escasez en la tabla de quesos y pates, densidad en la cesta de boletus, indescriptible ensalada templada, todo ello servido sobre una vajilla que a algunos platos les hace un flaco favor.
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